“Yo tenía un conocimiento intelectual de lo que era -ser burro-“
Entrevista a Daniel Pennac, escritor francés y autor de “Mal de escuela” una obra que reflexiona sobre la pedagogía y las disfunciones de la institución escolar.
¿Qué tendría que cambiar el sistema educativo para poder brindarle educación a todos los niños? ¿Qué aspecto considera fundamental para que en el aula se dé el aprendizaje?
En la escuela, cuando tenemos un alumno frente a nosotros hay que buscar qué es lo que el alumno sabe y ponerlo en valor, no hay que hacer referencia a aquello que ignora. En el sistema educativo actual usamos siempre el método de la evaluación (significa dar notas) y en la misma los niños de entornos cultivados tienen mejor promedio que aquellos que en las casas no tienen libros.
Es así que se los evalúa con notas y los niños más ricos, o al menos aquellos en donde en sus casas hay cultura, son hijos de profesores, hijos de médicos. Por lo tanto, de esta manera, la sociedad reproduce el modelo: el hijo de un profesor, será profesor, el hijo de un administrador será administrador, el hijo de un médico será médico, etc, ya que la escuela está hecha más o menos conscientemente para que la clase dominante se reproduzca a sí misma. Si ustedes quieren una escuela popular habría que cambiar completamente el sistema educativo.
Habría que practicar lo que Sócrates llamaba “la mayéutica”, esto significa que antes de enseñarle algo a un niño habría que interesarse en lo que él ya sabe, cual es su propia cultura, si viene de una villa miseria por ejemplo… ¿Qué sabe hacer? ¿Qué le interesa en la vida? (mismo si le interesa las peleas), ¿Hacia dónde lo lleva su propia curiosidad? ¿Le gusta pintar? ¿Le gusta hacer música? ¿Bailar? Si es un gran mentiroso por ejemplo… ¿Sabe contar cuentos? Hay que buscar las actitudes, y las actitudes del niño en su origen no son de orden cultural sino de orden de deseo, de aquello que sabe hacer, si sabe cargar, hacer ruido, etc. Habría que estudiar las cualidades de cada niño.
Vamos a comenzar a enseñarle aquello que tiene que aprender verdaderamente en la sociedad pero utilizando sus tendencias naturales. Por ejemplo a un niño que le gusta pelearse hacer de él un deportista calmo. Primero reconocer que es violento y que le gusta usar su cuerpo, luego utilizar esta capacidad para transformarlo. Hay mucho que aprender de “El Sistema” (Venezuela- sistema de orquestas juveniles fundador José Antonio Abreu).
Si entro a un aula y digo ¨Soy el Sr. Pennac, escriban mi nombre en el pizarrón¨, todos los alumnos que viven en la ciudad escribirán mi nombre y aquellos que viven en zonas humildes no escribirán nada simplemente porque son analfabetos.
Según su opinión, ¿Cuáles son las causas del abandono escolar?
Es “la calle” la posibilidad de ganar dinero trabajando, vendiendo drogas, trabajando con las bandas. La necesidad básica de una familia es tener un poco de dinero. Un niño que trabaja es el que lleva plata a la casa, si la familia es muy pobre y tiene 10 hijos se convierte en una necesidad el hecho de salir a trabajar.
Otra razón del abandono escolar es la vergüenza. Cuando los profesores son malos y les hacen preguntas las cuales no pueden contestar, sienten el fracaso y se van.
Mi caso fue la vergüenza, yo quería irme de la escuela ya que mis notas eran pésimas y la vergüenza es muy importante.
Diría que los dos factores más frecuentes son la calle y la vergüenza.
Lo principal que un profesor, alguien que quiere enseñar, tiene que tener en cuenta es el tema del “miedo”. No podemos hacer nada con un niño que tiene miedo ¿Tiene miedo de qué? ¿Qué tipo de miedo? ¿Es un miedo intelectual? ¿Miedo de parecer tonto? ¿Miedo de no corresponder a una norma que define el profesor? Si el niño tiene miedo no aprenderá nada porque estará completamente cerrado y contestará cualquier cosa mal, tendrá vergüenza y la vergüenza va a provocar una reacción que será la violencia. El objetivo principal del profesor cuando entra al aula es combatir el miedo.
La escuela en su esencia no significa nada. La escuela son los profesores. Un buen profesor es aquel que no da miedo, aquel que genera ganas de aprender, ganas de reír, de leer, de comprender, de jugar, ganas de quedarte en el aula. Un profesor siempre tiene que incentivar contagiando las ganas.
¿Cómo generar ganas? Brindándole interés a cada alumno en particular. Si me dirijo a Teresa, por ejemplo, es a ELLA a quien yo me dirijo, si me dirijo a Clara es a Clara a quien me dirijo. Teresa existe en calidad de Teresa para mí, profesor, no solo como alumna en calidad de alumna, sino también entre todos los alumnos. Clara existe como persona, cada alumno tiene que tener la sensación de que existe como persona particular frente al profesor y de esta manera se va a formar un grupo. Nosotros somos un grupo. Somos los alumnos del profesor… y en el interior de ese grupo va a haber intelectuales, vagos, y todo el trabajo se va a organizar siendo los intelectuales los que ayuden a los vagos. Luego está la manera en la que el profesor enseña y en la que los alumnos comprenden. El que comprende primero, “el más inteligente”, tiene que ayudar a los otros.
En mi familia mis padres estaban aterrorizados porque tenían miedo, pensaban que yo nunca llegaría a hacer nada, no sabían por qué era tan malo, me enviaron a ver a psiquiatras… Finalmente me mandaron a un internado lejos de ellos, yo era un niño temeroso, con miedo y es de éste miedo que hablé al comienzo, el miedo de ser un burro, de parecer un burro por consecuencia, de sentir vergüenza y llegar al extremo de la violencia.
Cuando tenía 15 años le mentía mucho a mi profesor de francés, no le entregaba los deberes, y un día no me dijo “ese chico es un mentiroso”, dijo-: “ese chico tiene imaginación, entonces voy a utilizar su imaginación para hacer literatura”. Me llamó y me dijo-: “sus mentiras son muy interesantes pero no lo llevan a ningún lado. No le puedo creer que el subte tuvo un accidente, por lo tanto no le daré más deberes pero yo quiero una novela al final del trimestre, un capítulo de la novela al final de cada semana”.
Me puse a escribir seriamente, buscaba en el diccionario si no tenía faltas ortográficas e imaginé una historia. Ese fue el primer profesor que me salvó.
Cuando tenía 18 años, estaba muy atrasado, éramos todos pésimos, era una escuela que aceptaba a alumnos que eran echados. En esta escuela había un profesor de matemática genial que con su inteligencia humana y en las matemáticas hizo que todos nosotros amemos la materia y en mi examen de fin de año tuviera una muy buena nota, antes tenía cero, cero, cero, pero él nos aseguraba-: “verán que tendrán una buena nota”. Cada uno de nosotros tenía la impresión de ser un pequeño matemático, malo, pero matemático en fin. No teníamos ganas de terminar el curso.
Luego, encontré una profesora de historia, Madame Dupray, hacía historia como Napoleón hacía la guerra. Era un huracán increíble, el individuo era emocionante.
El último fue un profesor de filosofía, Ms Segnio, era un hombre bajo con una nariz y un gorro puntiagudo que jugaba a las bochas y nos enseñaba una filosofía bastante irónica, séptica, era muy interesante porque no parecía que creía verdaderamente lo que enseñaba, jugaba mucho con el hecho de enseñar y era emocionante porque no era afirmativo. Yo lo quería mucho, me gustaba su lado séptico. Un día nos dio un deber y el tema era “El rol del subconsciente en la vida cotidiana”, se puede escribir mil páginas sobre el tema del rol del inconsciente en la vida cotidiana ya que es constante, entonces escribí un trabajo de 56 páginas, me saqué 19 sobre 20 y me puso “trabajo exhaustivo”. Busqué las apreciaciones y no encontré ninguna pero arriba de la página 4 decía “con solo leer éstas 4 páginas confío en usted y no necesito leer el resto ”. Es éste tipo de personas las que te salvan. Todos tenían un punto en común: “todos estaban en el aula” cuando estaban en el aula “estaban en el aula”, no podían hacer como si no estuvieran. Los profesores eran el punto de atracción de los alumnos. Los alumnos miraban a los profesores, ellos daban la impresión de tener todo el tiempo. Los otros profesores decían “lo veremos la próxima semana…” y por lo tanto tenían el mismo tiempo que los otros, una hora por clase y al final te daban la impresión de que Teresa era Teresa, Clara era Clara, Daniel era Daniel, el niño era él y te hablaba a ti mismo.
Cuando entramos a una clase tomamos el presente. ¿Juan? “Presente”¿María? “Presente…”. Todos lo hacen automáticamente.
Yo no lo hacía automáticamente, por ejemplo decía “¿Charles? Presente!” (y yo imitaba la voz de como Charles decía presente), “¿Magdalena? Presente!” (y yo repetía la voz de como Magdalena decía presente). Así, el primer día de clase, estaban todos contentos ya que había un juego en común. Cada mañana hacía un “presente” diferente y eso parece que no es nada pero es algo técnico que hace sentir a todos los alumnos que estamos unidos. Duraba un minuto, no era largo.
Cuando tenés alumnos pequeños es importante responsabilizarlos con trabajos cortos, por ejemplo: “Manuel, andá a buscar las llaves del placard número 3”, “Isabel, ¿Las fotocopias están listas?”. Dar tareas que conciernen al grupo. Luego hacer salidas, hacer picnic, preparar comidas, hacer obras de teatro, que no sea solo una vida escolar sino una vida completa.
Una clase no es un régimen, es una orquesta. Todos los individuos son diferentes y con esa individualidad diferente hay que hacer un verdadero grupo. Por lo tanto, para hacerlo, hay que tener una actividad conjunta, un proyecto en común y en el año hay que lograr hacer 10 proyectos juntos: crear una obra de teatro, organizar una salida por Buenos Aires, hacer una comida donde estén invitados los padres. El grupo tiene que trabajar para sí mismo y cada participante se tiene que sentir bien como individuo.
3- ¿Qué lo inspiró a ser docente?
Tuve la necesidad de ganarme mi propia vida. Al ver como los profesores habían fracasado con mi educación, me dije a mí mismo que yo sabría hacer aquello que ellos no supieron hacer conmigo. Yo tenía un conocimiento intelectual de lo que era “ser burro”, sabía exactamente cuál era “el dolor del burro”. Es un conocimiento pedagógico, eso hay que saberlo. Si no sabes que el mal alumno tiene miedo y que en realidad él no sabe que lo tiene, que esto lo lleva a la vergüenza y luego a la violencia, por lo tanto no podes enseñarle a ese alumno. Es un saber, un saber que yo aprendí en la escuela.
A los profesores le deberías dar un curso sobre el miedo, lo que es, lo que significa y sus consecuencias, ya que son enormes. Los padres también tienen miedo, tienen miedo del futuro y les da vergüenza, entonces en el interior de la familia esto crea un problema y el profesor puede tener miedo del alumno violento entonces todos tienen miedo. Si no atacás el miedo del niño desde el comienzo todos tienen miedo: los padres, los profesores, los alumnos, los compañeros que piensan que el alumno es violento. Por lo tanto combatir el tema de “el miedo” es un objetivo fundamental.
¿Cómo sería una escuela ideal? ¿Es necesario que exista la escuela? ¿Qué función tiene? ¿Cuáles son, para usted, tres cosas que la escuela de hoy tiene que cambiar?
La escuela es necesaria por el simple hecho de que vivimos en sociedad. Si suprimimos la escuela y cada uno hace su auto-educación sin ningún tipo de criterio, no habría más sociedad, el grupo social no existiría más. Una escuela sirve, entre otras cosas, para enseñarle a los niños a escribir, leer, contar, a razonar, pero también sirve para enseñar a vivir en sociedad, cotidianamente, materialmente, respetando las reglas que existen dentro de la misma, pero también en un área filosófica: ¿Qué es una sociedad? ¿Qué es La Ley? ¿De dónde viene la necesidad de obedecer La Ley?. No es una necesidad moral obedecer La Ley, es la necesidad de obedecer ciertas reglas que hacen posible una sociedad.
La escuela salva enormemente a los niños de las propias familias, me refiero a las familias humildes donde hay alcoholismo, drogas, violaciones, etc.
También, por ejemplo, un joven que tiene una familia fascista y encuentra en la escuela un buen profesor de filosofía puede ser salvado de alguna manera de su familia. Una de las misiones de la escuela es salvar a los niños de sus familias.
Hoy vivimos en el individualismo más absoluto donde hay un montón de pequeños trabajos que están desapareciendo.
Si yo tuviera que hacer una escuela, haría una en donde le enseñaría a los niños a trabajar con sus propias manos, por ejemplo trabajos como la plomería, la electricidad, la pintura, ser obreros, todos los trabajos de construcción, como hacer una casa. Les daría una gran formación cultural, artística, abstracta, filosófica, de manera que puedan practicar su trabajo, por ejemplo como plomeros (cambiar un caño) pero a la noche ir a la ópera con su novia. Una escuela donde también me gustaría que aprendan los trabajos de gestión de administración, no solo manuales. Por último, les daría “el gusto”, el placer, por la cultura general.
¿A quién admira y por qué?
No tengo ídolos, admiro a la gente honesta, la gente que jamás pone sus intereses por encima de los menos beneficiados. Es difícil de explicar, soy un ser muy moral desde ese punto de vista. En pedagogía era el director de “libres niños de Summerhill” (Alexander S. Neill), a él lo admiraba mucho. Admiré a algunos de mis profesores que trabajaron correctamente.
Entrevista realizada por Teresa Bauer, Encargada de Acompañamiento de Cimientos.